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CineBiografía

Fuller, Samuel (1912-1997).

Director de cine estadounidense, nacido el 12 de agosto de 1912 en Worcester, (Massachusetts) y fallecido el 30 de octubre de 1997 en Hollywood (California).

Vida

Fuller comenzó a trabajar en el mundo del periodismo muy joven, siendo apenas un adolescente. En 1924 se inició como reportero en el New York Journal, acercándose paulatinamente al mundo de los sucesos, sobre todo a partir de 1928, cuando la mayor parte de sus colaboraciones se referían a delitos de sangre. Durante el tiempo que permaneció trabajando como periodista, fue ayudado por veteranos profesionales como Arthur Brisbane, curtidos en el territorio de la información urbana, en un periodo caracterizado por el auge de la delincuencia organizada. A pesar de su juventud, Fuller debió soportar situaciones dramáticas con tal de cumplir las órdenes de su jefe de redacción, Gene Fowler, quien lo envió tres veces a presenciar ejecuciones en la silla eléctrica, ejecuciones que, por fallo del equipo, se convirtieron en un espectáculo infernal. Las conclusiones a que llegó al ser testigo de tan injustificable tortura modificaron sus puntos de vista morales, pero también fueron endureciendo su perspectiva de la sociedad contemporánea.

Cansado de las duras jornadas en la calle, y deseoso de mejorar el sueldo que recibía como reportero, exploró nuevas posibilidades profesionales. Fue por entonces cuando conoció en Nueva York al director Herbert Brenon, quien le habló de los magníficos ingresos que obtenían los guionistas de Hollywood. Gene Fowler ya trabajaba para el cine, así que la idea de convertirse en escritor cinematográfico no le pareció descabellada. Por otra parte, para Fuller siempre hubo un claro enlace entre el reporterismo y el cine, y nunca olvidó en sus guiones el espíritu de síntesis periodístico. A la hora de homenajear sus años de reportero, reflejaría algo de aquel espíritu en Park Row (1952).

En 1936 consiguió su primer contrato cinematográfico, si bien sus tareas como guionista no mostraban todavía el vigor de sus posteriores trabajos. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el Decimosexto Regimiento de la Primera División de Infantería. El hecho de avanzar de un destino a otro, sufriendo penalidades, dejando atrás a compañeros muertos, sirvió para afirmar el carácter de Fuller, cuya vocación de escritor pudo enriquecerse con la experiencia bélica. Fue además un magnífico soldado, condecorado con la Estrella de Bronce, la Estrella de Plata y el Corazón Púrpura.

Ya licenciado, regresó a Hollywood, donde firmó un contrato con la Warner Bros. que lo mantendría ocupado hasta 1948. Precisamente ese año firmó el guión de Más fuerte que la ley (1948), de Douglas Sirk, película donde se ponían en juego las habilidades de una mujer capaz de causar aprietos a un hombre íntegro. En suma, una pasión propia del cine negro, reiterada en posteriores títulos de su carrera.

Ese esquema de lealtades quebrantadas y fatalidad marcó los comienzos de su trayectoria como director. Así, en Balas vengadoras (1949) se presenta la traición de Bob Ford (John Ireland) a Jesse James (Reed Hadley), y aunque Ford acaba arrepintiéndose, Fuller se encargaba de concluir la historia sin moraleja. Algo semejante cabe señalar acerca de El barón de Arizona (1950), otro western donde la mentira marca la pauta: el estafador James Reavis (Vincent Price) quiere apoderarse de Arizona, y para lograrlo no duda en falsear documentos, reinventar su pasado y traicionar aquello que le importa.

Aún más substanciosa si cabe era la perspectiva que Fuller definió en torno a las guerras. En Casco de acero (1951) su protagonista, el sargento Zack (Gene Evans), atraviesa el infierno de Corea, pero no en la línea de fuego, sino al toparse con la patrulla del teniente Driscoll (Steve Brodie). La violencia del relato, lleno de connotaciones, fascinó a Martin Scorsese, quien más adelante afirmó haber seguido la planificación de Fuller para montar una escena de lucha en Toro salvaje.

Asimismo, ambientada en la contienda de Corea, Bayonetas caladas (1951) narraba las consecuencias de una misión militar sin sentido, resaltando la deshumanización y el aislamiento experimentados por los combatientes. Muy alejadas del cine propagandístico, Casco de acero y Bayonetas caladas mostraban una imagen muy distinta al triunfalismo belicista presentado por gran parte del cine de la época.

Manifestando su fidelidad por los ambientes sórdidos, Fuller regresó al cine negro con Manos peligrosas (1953), protagonizada por el carterista Skip McCoy (Richard Widmark), quien roba un microfilm codiciado tanto por el FBI como por espías enemigos. Esa cita al espionaje guarda relación con los primeros momentos de la Guerra Fría, un hecho que también condicionó el guión de El diablo de aguas turbias (1954). En este último largometraje, el profesor Montel (Victor Francen) y el ex-oficial Adam Jones (Richard Widmark) viven una oscura aventura a bordo de un submarino cuya misión es, en el fondo, controlar el apogeo atómico del bloque soviético. Pese a que, como sucedía en este caso, Fuller no podía evitar el maniqueísmo de la época, también supo romper con ciertos tópicos. Por ejemplo, en La casa de bambú (1955) denunciaba las andanzas de la mafia americana en el Tokio de postguerra.
En el mismo sentido, contó con el apoyo de Darryl Zanuck para abordar en China gate (1957) una pasión interracial durante la guerra de Indochina. Y del mismo modo, tras cada escena de El kimono carmesí (1959), cabe descubrir el conflicto étnico que atenaza a los protagonistas, más allá de la trama central del film, esto es, la resolución de un caso de asesinato por parte de los detectives Charlie Bancroft (Glenn Corbett) y Joe Kojaku (James Shigeta). Fuller descubría en películas como éstas el sinsentido del racismo, dibujando a los personajes asiáticos con un trazo vigoroso, inesperadamente complejo en su psicología y, por tanto, bastante alejado de otras caracterizaciones habituales en Hollywood.

También retrató una relación interétnica en Yuma (1957), donde el soldado O'Meara (Rod Steiger) adoptaba la dura existencia de los indios sioux. Realista hasta la crudeza, esta película se adelantaba en sus planteamientos al western realizado a partir de los años setenta.

Pero el impacto formativo de sus años jóvenes como periodista iba a ser recurrente. Así, Fuller quiso recuperar una historia de Joseph Dineen aparecida en el Saturday Evening Post. El resultado fue Underworld USA (1960), cuyo argumento cíclico revela el juego mortal que despliega toda venganza. La revancha comporta en este caso un castigo, casi tan inesperado como el que afecta al protagonista de Corredor sin retorno (1963), el periodista del Daily Globe Johnny Barrett (Peter Breck), deseoso de investigar un crimen cometido en un hospital psiquiátrico. Para efectuar su pesquisa, con la cual espera ganar el premio Pulitzer, se finge loco, y en ese escenario delirante se topará con la metáfora de los tres pecados que, a juicio de Fuller, dominaban el subconsciente norteamericano: la bomba atómica, el racismo y la caza de brujas anticomunista. Para su desgracia, Barret no podrá denunciar ningún crimen, pues él mismo enloquece.

Bien consciente del alcance moral de su propuesta, el cineasta quiso renunciar a cualquier premio. Es más, cuando fue galardonado por sus valores humanitarios, no dudó en ironizar sobre Corredor sin retorno, señalando que éste no era un filme con valores éticos, sino un "melodrama de acción".

Años después, las incertidumbres de la vida en Estados Unidos lo animaron a emigrar a Europa. Se instaló en París y, en lo sucesivo, supo aprovechar el prestigio que mantenía entre los jóvenes cineastas del Viejo Continente. Por lo demás, rodó un filme sobre sus experiencias bélicas de juventud, Uno Rojo, división de choque (1980), y la película antirracista Perro blanco (1981), basada en la novela Chien blanc, de Romain Gary.

Aparte de toda esta actividad como cineasta, Fuller participó en proyectos realizados por otros realizadores, las más de las veces interpretando personajes con rasgos de su propia personalidad. Ése fue su cometido en Pierrot el loco (1965), de Jean Luc Godard, The last movie (1971) de Dennis Hopper, El amigo americano (1976) de Wim Wenders, y 1941 (1979) de Spielberg.

Aunque su carrera de director se completó con la excesiva Calle sin retorno (1989), Fuller continuó siendo una presencia habitual en festivales y encuentros cinematográficos. Fumando su característico puro habano, recorrió diversos foros, rememorando siempre los tiempos en que se enfrentó a las convenciones de Hollywood con un singular espíritu de rebeldía.

En cualquier caso, se puede decir que el Samuel Fuller, sarcástico y visceral, relegó a un segundo plano la conveniencia profesional, guiado por el deseo de agitar las conciencias con un cine lleno de estímulos. Tanto es así, que muchas veces fue incomprendido, y no faltó quien, paradójicamente, lo acusara de extremismo político, sin comprender que tan sólo se trataba de un provocador libertario, capaz de reflejar con trazo grueso las pesadillas más recurrentes del estilo de vida americano. En sus películas cabe advertir unas coordenadas que, inalteradas, resaltan en toda su trayectoria: la manifestación de la culpa, la reflexión en torno a los ideales, el individualismo y la honestidad como filosofía de vida, y a modo de contrapunto, el cinismo como forma de supervivencia. Todo ello narrado de forma abrupta, con un estilo cinematográfico que alterna la improvisación propia del reporterismo con la más elaborada planificación. Directores como Win Wenders, Martin Scorsese, Jim Jarmusch y Quentin Tarantino supieron apreciar en Fuller el recurso de la violencia como medio para percibir un mundo en descomposición, agitado por un trastocamiento de los viejos valores. En el fondo, al definir así al veterano cineasta, quienes lo conocieron y trabajaron con él confirmaban cualidades bien afianzadas en su extensa biografía personal y profesional.

Filmografía

En cine:
1949: Balas vengadoras.
1950: El barón de Arizona.
1951: Casco de acero; Bayonetas caladas.
1952: Park Row.
1953: Manos peligrosas.
1954: El diablo de las aguas turbias.
1955: La casa de bambú.
1957: Yuma; China gate; Forty guns.
1958: Verboten!
1959: The crimson kimono.
1961: Underworld USA.
1962: Invasión en Birmania.
1963: Corredor sin retorno.
1964: Una luz en el hampa.
1965: El odio de los McGuire.
1969: Un arma de dos filos.
1973: Muerte de un pichón.
1980: Uno Rojo, división de choque.
1982: Perro blanco.
1983: Ladrones en la noche.
1989: Calle sin retorno.

En televisión:
1962: El Virginiano; Dogface; the Dick Powell Reynolds Alluminium Show.
1966: Iron horse.
1990: Escalofríos.
1991: Le madone et le dragon.

Autor

  • Guzmán Urrero Peña