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HistoriaPolíticaBiografía

Briand, Aristide (1862-1932).

Político francés, nacido en Nantes (1862) y fallecido en 1932. Estudió Derecho en su juventud y, posteriormente, se instaló en París donde desempeñó tareas periodísticas en La Lanterne, publicación parisina de la que llegó a ser secretario general. Fue en estos años cuando junto con Jean Jaurés, con quien además de amistad compartió una gran afinidad ideológica, fundó el Partido Socialista Francés (PSF). En 1906 aceptó la cartera de Instrucción y Culto, formando parte como ministro del gabinete Sarrien, lo que le supuso la expulsión del partido socialista y su vinculación desde ese momento con el grupo radical-socialista. Su participación como miembro de gabinetes se sucedió en numerosas ocasiones en 1909, 1913, 1915, 1921 y 1925. Desde este último año y de forma continuada hasta 1932, desempeñó la Cartera de Asuntos Exteriores, apoyado en varios momentos por Poincarè y Painlève.

Entre sus éxitos concretos se encuentra el Pacto de Locarno en 1925, que suponía un enorme paso hacia delante en la mejora de las relaciones con Alemania, y el Pacto Kellogg- Briand de 1928 en el cual se establecía la renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.

Por estos motivos es considerado como una de las figuras claves europeas del período entre 1921-1932. Su tendencia pacifista y conciliadora, su defensa del desarme y su empeño en la obra de reconciliación franco-alemana le fueron reconocidas con la concesión del premio Nobel de la Paz en 1926, premio que compartió con Gustav Stresemann, su homólogo alemán.

Sin embargo, el proyecto más importante y al cual dedicó su vida, desde finales de la década de los años veinte, fue la creación de los Estados Unidos de Europa, proyecto del que fue su más ardiente defensor. En un discurso pronunciado por Briand el 5 de septiembre de 1929 ante la X Asamblea de la Sociedad de Naciones, lanzó por primera vez ante la sociedad internacional la propuesta de crear una Europa Unida. Las ambigüedades tanto en sus objetivos como en los términos utilizados promovieron la necesidad de volver a discutir el tema, lo que se produjo en el famoso almuerzo del Hôtel des Berges, reunión a la que esta vez asistieron sólo representantes de los países europeos, delegaciones en las que destacaron personajes de la talla de Henderson por Gran Bretaña, Stresemann por Alemania, Hymans por Bélgica, el suizo Motta, el italiano Scialoja, Benes por Checoslovaquia y Quiñones de León en representación de España. El fuerte impacto que causó la idea y, a priori, lo atractivo de la propuesta derivó en el encargo a Aristide Briand por parte de los gobiernos europeos de la elaboración de un Memorándum donde quedaran específicamente detallados los puntos y las bases del proyecto.

El 1 de Mayo de 1930 se concluyó la elaboración de dicho Memorándum, en el cual las ideas de Aristide Briand habían sido retocadas por la mano inequívoca del Quai d'Orsay, sobre todo, por Alexis Léger, director de Asuntos Políticos y Comerciales de dicho órgano. El informe fue remitido a cada gobierno, las respuestas, en su totalidad decepcionantes, fueron llegando al gobierno francés entre el 26 de junio de 1930 ( respuesta española) y el 4 de agosto. Con todo ello se elaboró un informe presentado para su debate en la XI Asamblea de la Sociedad de Naciones. Tras las felicitaciones de rigor a Briand, sólo se acordó la creación de una Comisión de Estudios para la Unión Europea dentro del seno de la Sociedad de Naciones.

En 1932, agotado física y moralmente, Aristide Briand falleció y, con él, su proyecto. La situación internacional había cambiado bruscamente. La grave crisis económica desatada en 1929, conocida como la Gran depresión, trajo como consecuencia en el ámbito político el resurgir de los nacionalismos exacerbados. Al mismo tiempo que Briand presentaba su Memorándum el partido nacional socialista liderado por Adolf Hitlerconseguía en las elecciones alemanas pasar de tres a ciento treinta escaños y tan sólo tres años después se hacía con el poder. Con este panorama, Europa dejó de soñar con su unión para vivir una nueva pesadilla, a pesar de la enorme calidad humana y de la entrega generosa y desinteresada de hombres tan ilustres como Aristide Briand, a quien la historiografía, haciendo justicia, le considera uno de los padres de Europa.

EDMC

Autor

  • Eva Mª De Miguel Ceballos