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LiteraturaPeriodismoBiografía

Azevedo, Artur Nabantino Gonçalves de (1855-1908).

Dramaturgo, poeta, narrador y periodista brasileño, nacido en São Luís (en el estado de Maranhão) el 7 de julio de 1855, y fallecido en Río de Janeiro el 22 de octubre de 1908. Hermano mayor del gran narrador Aluísio Azevedo, está considerado como la figura más destacada del teatro brasileño de la segunda mitad del siglo XIX. Fue, junto con su hermano y otros escritores de su tiempo, uno de los fundadores de la Academia Brasileña de Letras, en la que ocupó el sillón número 29.

Vida

Vino al mundo en la ciudad norteña de São Luís, en medio del escándalo que provocaba, en la sociedad provinciana que rodeaba a su familia, la pareja de hecho constituida por sus progenitores, doña Emília Amália Pinto de Magalhães y don David Gonçalves de Azevedo. Éste, un culto y liberal diplomático viudo que ejercía el cargo de vicecónsul de Portugal, había conocido a la futura madre de sus hijos en casa de unos amigos comunes, donde ella se había refugiado huyendo de la brutalidad de su auténtico esposo (un comerciante portugués tan adinerado como áspero y desabrido con su esposa, a la que se había unido cuando la joven Emília Amália sólo contaba diecisiete años).

El vicecónsul y su joven amante fueron padres de cinco hijos (tres niños y dos niñas), todos ellos nacidos fuera del sacramento matrimonial, ya que don David y doña Emília Amália no pudieron casarse hasta que recibieron noticias de la muerte del legítimo esposo de ella (fallecido en la Corte a causa de la fiebre amarilla).

Don David Gonçalves de Azevedo, consciente de que la maledicencia y las murmuraciones de sus convecinos podrían traumatizar a sus vástagos, se ocupó personalmente de proporcionarles una espléndida formación cultural con la que pudieran hacer frente a la estrechez de miras de esa sociedad mojigata en la que les había tocado crecer. Fue así como el pequeño Artur, con tan sólo ocho años de edad, tuvo ocasión de exhibir ante sus padres y hermanos sus asombrosas dotes naturales para el teatro, primero adaptando a los juegos infantiles de su casa algunas piezas de autores consagrados -v. gr., del romántico Joaquim Manuel de Macedo-, y enseguida pasando a escribir sus propias obras, que él mismo representaba ayudado por sus hermanos.

Esta precocidad del joven Artur de Azevedo no sólo afectaba a su innata vocación literaria, sino también a otras muchas parcelas en las que pronto demostró una gran habilidad. Así, por ejemplo, apenas había abandonado la infancia cuando pasó a trabajar en el sector del comercio, del que enseguida pasó a la Administración provincial. Al mismo tiempo, seguía escribiendo piezas teatrales que, con gran aplauso de sus conciudadanos, estrenaba en los pequeños teatros de São Luís, donde, aún en plena adolescencia, ya era considerado un gran comediógrafo. Un ejemplo palmario de su precocidad dramatúrgica lo constituye la obra titulada Amor por anexins, escrita por Artur de Azevedo a los quince años, y representada en más de mil ocasiones durante el último tercio del siglo XIX.

Su tendencia a la sátira le jugó una mala pasada en su ciudad natal, pues fue despedido de su cargo de funcionario por excederse en las críticas contra el gobierno provincial que vertía en sus obras. Decidió, entonces, ampliar sus horizontes vitales y sus expectativas profesionales en una ciudad más grande, liberal y abierta, por lo que concurrió a una plaza de funcionario del Ministerio de Hacienda en Río de Janeiro y se hizo con el puesto.

Marchó, pues, a la capital carioca en 1873, con tan sólo quince años de edad. Allí continuó desarrollando una intensa actividad literaria que habría de convertirle, en muy poco tiempo, en el principal impulsor del teatro brasileño; y, simultáneamente, atendía a las obligaciones de su trabajo en la Administración del Imperio, donde habría de ir subiendo peldaños hasta alcanzar un cómodo y ventajoso puesto en el Ministerio de Agricultura. Además, durante sus primeros años de estancia en Río compaginó estos menesteres con el ejercicio de la docencia, que llevó a cabo en el Colegio Pinheiro, donde impartió clases de Lengua portuguesa.

Sin embargo, pronto abandonó las aulas para ejercer otro oficio en el que habría de revelarse como un consumado maestro: el periodismo. Figura indiscutible de la crítica teatral, contribuyó a la promoción del Arte de Talía no sólo como reseñador de estrenos de otros dramaturgos, sino también como autor que estampaba sus propios textos teatrales en las páginas de algunos periódicos y revistas (así, v. gr., en el diario O Século, donde llegó a publicar más de un centenar de pequeños sainetes sobre la realidad cotidiana del Brasil, dentro de una sección fija que hizo célebre en todo el país bajo el epígrafe de "Teatro a vapor").

Además de esta fructífera relación laboral con O Século, Artur de Azevedo mantuvo otras secciones fijas en los rotativos O País (donde firmó la columna "A Paestra"), Diário de Notícias ("De Paenque"), A Notícia ("O Teatro"), O Correio da Manhã, Folha Nova (de São Paulo) y Kosmos. Asimismo, fundó, en colaboración con otros escritores y periodistas, algunas publicaciones literarias que gozaron de gran aceptación en los foros culturales de la época, como A Gazetinha, Vida Moderna y O Álbum. Y colaboró asiduamente en A Estação, donde compartió páginas con una figura literaria de la talla de Machado de Assis, y en el periódico Novidades, donde fue compañero de redacción de otros escritores tan relevantes como Alcindo Guanabara, Moreira Sampaio, Olavo Bilac e Coelho Neto. Con todos ellos -y, entre otros, con su hermano Aluísio, quien, siguiendo sus pasos, se había trasladado a Río de Janeiro en 1876-, Artur de Azevedo formó un grupo de artistas, escritores e intelectuales bohemios que animó y enriqueció considerablemente la vida cultural carioca a finales del siglo XIX.

A lo largo de esa fértil trayectoria periodística, Artur de Azevedo llegó a escribir más de cuatro mil, la mayor parte de ellos centrados en el Arte de Talía o en otras materias artísticas y literarias. A partir de 1879 dirigió, en colaboración con Lopes Cardoso, una publicación dedicada específicamente al mundo de la escena, Revista do Teatro. Y empleó, en algunos de los medios de comunicación donde estampaba sus escritos, una gran variedad de pseudónimos (como era habitual, por aquel tiempo, entre quienes ejercían la crítica teatral): Elói o Herói, Gavroche, Petrônio, Cosimo, Juvenal, Dorante, Frivolino, Batista o Trocista, etc.

Además de esa constante atención a la literatura dramática, Artur de Azevedo se ocupó en sus artículos periodísticos de algunos temas sociales y políticos de la actualidad nacional. Entre ellos, cabe recordar el del intenso debate que, a finales del siglo XIX, sostuvieron en Brasil los partidarios y detractores de la esclavitud. El escritor de São Luís se erigió, desde ese lugar preeminente que ocupaba en los medios de comunicación, en un firme baluarte del abolicionismo, y no dudó en poner no sólo sus artículos, sino también sus textos teatrales al servicio de esta causa. Esta actitud le ocasionó serios contratiempos con la censura oficial de las autoridades del Imperio, que llegaron a prohibir el estreno de su obra antiesclavista A família Salazar, escrita por Azevedo en colaboración con Urbano Duarte, y publicada al cabo de unos años -cuando la Ley Áurea de 1888 ya había acabado con la esclavitud- bajo el título de O escravocrata. Azevedo también dedicó a este asunto su pieza original O Liberato.

Luchador incansable en pro de la difusión del teatro y la infraestructura dramatúrgica en el Brasil de finales del siglo XIX y comienzos de la centuria siguiente, Artur de Azevedo logró reunir, en el breve período de tres meses, hasta quince espectáculos teatrales distintos, de inconfundible sabor brasileño, que fueron representados en la Exposición Nacional de Playa Vermelho (Río de Janeiro) en 1908, en un teatro construido especialmente para dicha ocasión. Y otra de sus grandes campañas en defensa de los medios necesarios para el feliz desarrollo del teatro en Brasil fue la que organizó, frente a la renuencia de los poderes públicos municipales, en pro de la construcción del Teatro Municipal de Río de Janeiro, concebido por el dramaturgo de São Luís como un magno edificio capaz de albergar una compañía estable, consagrada únicamente -según el anhelo acariciado por Azevedo, que no llegó a respetarse en su totalidad- a la representación de textos brasileños.

La fatalidad quiso que Artur Nabantino Gonçalves de Azevedo perdiera la vida en la capital carioca a finales de 1908, sólo unos meses antes de la inauguración de ese Teatro Municipal por el que tanto había luchado.

Obra

Además de esa feraz producción periodística y teatral a la que se ha hecho constante mención en parágrafos anteriores, Artur de Azevedo dejó un rico legado literario en forma de poemas y relatos breves. Como narrador, había empezado a escribir cuentos a comienzos de la década de los setenta, con poco más de quince años; pero no se animó a recoger algunos de sus relatos en un volumen hasta mucho después, cuando su amigo y compañero de trabajo Joaquim Maria Machado de Assis le obligó a publicar una selección que el gran patriarca del Realismo en Brasil consideraba espléndida.

Se trata del volumen titulado Contos possíveis (1889), al que luego siguieron otras excelentes colecciones de narraciones breves del escritor de São Luís, presentadas bajo los epígrafes de Contos fora da moda (1894) y Contos efêmeros (1897), así como los volúmenes póstumos Contos cariocas (1928) y Vida alheia (1929). Al igual que obró en sus piezas teatrales, en la redacción de sus cuentos Azevedo partió de la observación atenta y minuciosa de los detalles que conformaban la vida cotidiana en el Río de Janeiro de su época, insertos en una temática realista tradicional que explota las relaciones amorosas, los vínculos familiares, los lazos de amistad, las celebraciones festivas, etc.

En su condición de poeta, Artur de Azevedo recibió, como tantos otros autores brasileños de su generación, la influencia directa de los grandes escritores franceses del Parnasianismo y el Simbolismo, como Leconte de Lisle, Théodore de Banville, François Edouard Coppé y José María de Heredia. Sin embargo, dado el carácter abierto de Azevedo, y su tendencia a explorar los sentimientos más corrientes del ser humano (el amor, el dolor, etc.), el escritor de São Luís no se ciñó estrictamente a los cánones parnasianos o modernistas, sino que pergeñó una obra original y singular, caracterizada por su hondura sentimental y por la perfección formal de los moldes métricos empleados (con especial maestría en la construcción de sonetos). Sus distintas composiciones poéticas -publicadas, muchas de ellas, en los diarios y revistas donde colaboraba asiduamente Azevedo-, quedaron recogidas en los poemarios titulados Carapuças (1871), Sonetos (1876), Contos em verso (1898) y Rimas (1909).

En la mayor parte de sus comedias, Azevedo -como ya se ha anotado más arriba- indaga en la vida cotidiana y las relaciones habituales entre los seres humanos. Así, en cierto modo, su obra se presenta, al menos en sus inicios, como una continuación del legado costumbrista de Luis Carlos Martins Pena (1815-1848); pero poco a poco su tendencia a examinar con lupa toda la realidad circundante le llevó a brillar también en el terreno de la sátira política, de la opereta cercana a la zarzuela española (pues se trataba de piezas teatrales enhebradas en entre canciones), de la parodia de grandes obras del repertorio dramático universal, de los cuadros de ambientes y personajes típicamente brasileños, de la revista musical, etc.

Entre el largo centenar de obras teatrales que compuso, cabe recordar las tituladas Amor por anexins (1872), A filha de Maria Angu (1876), Uma véspera de reis (1876), Jóia (1879), O escravocrata (1884) -escrita, como ya se ha apuntado en su lugar, en colaboración con Urbano Duarte-, A almanarra (1888), A capital federal (1897), O retrato a óleo (1902) y O dote (1907). Otras obras suyas son O oráculo, Badejo, O mambembe, A viúva Clark, Pum!, O tribofe, O Rio de Janeiro em 1877 -escrita en colaboración con Lino d'Assumpção-, Tal Qual Como Lá -en colaboración con França Júnior-, O Mandarim -en colaboración con Moreira Sampaio-, Cocota -en colaboración con Moreira Sampaio-, O Bilontra -en colaboración con Moreira Sampaio-, O Carioca -en colaboración con Moreira Sampaio- O Mercúrio e o Homem -en colaboración con Moreira Sampaio-, Fritzmac -en colaboración con su hermano Aluísio de Azevedo-, A República -en colaboración con su hermano Aluísio de Azevedo, y prohibida por la censura-, Viagem ao Parnaso, A Fantasia, O Jagunço, Gavroche, Comeu!, Guanabara -en colaboración con Gastão Bousquet-, y O Ano Que Passa.

Bibliografía

  • - MARTINS, Antônio. Artur de Azevedo: a palavra e o riso (São Paulo Ed. Perspectiva, 1988).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.