Alejandro VI, Papa (1431-1503).

Papa valenciano nacido en Játiva el 1 de enero de 1431 y fallecido en Roma el 18 de agosto de 1503. Bautizado con el nombre de Rodrigo de Borja, fue hijo de Jofre e Isabel de Borja (hermana de Calixto III). Fue investido en 1492 con la dignidad pontificia y tomó el nombre de Alejandro VI.

El joven Rodrigo de Borja.

Creció en su Játiva natal, pero a los diez años, tras la muerte de su padre, se trasladó a Valencia, donde comenzó sus estudios universitarios. Inició rápidamente su vida eclesiástica al amparo de los papas Eugenio IV y Nicolás V, quienes le concedieron sus primeras prebendas en su tierra natal, entre ellas una canonjía en el coro de la Catedral de Valencia. Posteriormente, su tío, el por entonces cardenal Alfonso de Borja, le llamó a Roma en 1449, desde donde partiría poco después hacia Bolonia para formarse como destacado jurista en la Universidad de dicha localidad entre 1450-1457. En 1456 adquiría el grado de doctor de Derecho Canónico en Bolonia, tras haber concluido los siete años preceptivos de formación. Cuando su tío fue investido papa con el nombre de Calixto III, nombró a su sobrino Protonotario Apostólico, cargo que simultanearía con sus estudios universitarios, en aquellos momentos inconclusos. Tiempo después, el futuro Alejandro VI fue elegido nuevo Cardenal, cuando aún no había finalizado su formación universitaria.

De cardenal a Pontífice romano.

La capacidad diplomática de Rodrigo de Borja facilitó la pacificación de la Marca de Ancona, de la cual había sido nombrado oficialmente vicario papal en 1456. Vuelto a Roma, el nuevo Cardenal fue promovido al cargo de vicecanciller de la Iglesia -el cual le reportaba 8.000 ducados de oro anuales-, lo que compaginó con el Obispado de Valencia, que ocupó durante los siguientes pontificados hasta el momento de su propia elección. En este sentido, destacan de manera especial las dotes personales del propio Rodrigo, las cuales le permitieron ocupar -por primera vez en la historia eclesiástica- el cargo de Vicecanciller de la iglesia durante un período ininterrumpido de 35 años, demostrando en los hechos que un cargo clave en la estructura de la Curia podía ser desempeñado por un clérigo que no fuese familiar o partidario directo, en el terreno personal, del pontífice romano. Hábil diplomático, Rodrigo continuó dando sobradas muestras de su capacidad de diálogo y habilidad política, lo que le sirvió para facilitar los intereses de la Iglesia Romana. En julio de 1492, tras la muerte de Inocencio VIII, el Sacro Colegio Cardenalicio le proclamó nuevo pontífice bajo la denominación de Alejandro VI.

El papa Alejandro VI.

Su actividad en la Cátedra de San Pedro resultó extraordinaria: promulgó diversas medidas de tipo jurídico, como la creación de un Tribunal Supremo compuesto por cuatro grandes doctores de Jurisprudencia, y el establecimiento de normas tendentes a evitar los abusos judiciales que se producían en los tribunales inferiores.

La vida privada del pontífice.

A lo largo de su vida, Alejandro VI engendró un total de diez descendientes entre hijos e hijas: Pedro Luis, nacido en 1462 de madre desconocida, que ocuparía el primer ducado de Gandía; Girolama, nacida en 1469 de madre desconocida; Isabel, nacida en 1470 de madre desconocida. César, nacido en 1474 de sus relaciones con Vanozza de Catanei, su más famosa amante; Juan, nacido en 1476 también de Vanozza, que llegó a ser segundo duque de Gandía; la famosa Lucrecia, nacida en 1480 de Vanozza, duquesa de Ferrara; Jofré, nacido en 1482 de Vanozza, príncipe de Squillace. Laura, nacida en 1492 de Giulia Farnese. Giovanni, nacido en 1498 de madre desconocida; duque de Nepi y Camerino. Rodrigo, nacido en 1503 de madre desconocida, quien llegó a ser abad de Cicciano di Nola. Sin embargo, esta destacada descendencia fue mantenida dentro de una relativa discreción y no fue un elemento especialmente llamativo en la época a la que nos referimos.

Alejandro VI como legislador.

Con respecto a la ciudad de Roma, el nuevo pontífice procedió a redactar las Reformationes Alexandri VI, a través de las cuales derogaba las leyes vigentes en dicha ciudad y proporcionaba a sus ciudadanos la capacidad de redactar y asumir una nueva Constitución, que podía ser reformada cuantas veces se precisara. En el terreno internacional, tuvo una importante intervención en el conflicto mantenido entre Castilla y Portugal en lo referente a las conquistas realizadas por ambos países; suya es la decisión de trazar una línea imaginaria situada a unas cien leguas de Cabo Verde, que de norte a sur sería la que separaría la zona de influencia entre ambas potencias, en la buela Inter coetera Divina. Las quejas y reclamaciones elevadas por los portugueses llevaron a Alejandro VI a redactar una nueva Bula en 1493 en la que se atendía a algunas de las reclamaciones de los mismos. En 1499, Alejandro VI promulgaba la bula In supremae dignitatis, por la cual concedía la erección en colegiata de la iglesia de Santa María de la ciudad de Gandía. De este modo, el pontífice favorecía, una vez más, a aquellas lejanas tierras que lo habían visto nacer.

El fin del pontificado de Alejandro VI.

En 1503 resultaba sorprendente la energía, vitalidad y alegría que manifestaba el ya envejecido pontífice, como queda puesto de manifiesto en los comentarios de los embajadores en Roma. En agosto de este mismo año, los ejércitos españoles y franceses se aproximaban a la ciudad. El 11 de agosto de 1503, día del undécimo aniversario de la elección papal, se celebró un banquete en el apartamento de los Borja en el Vaticano, lo que provocó que a la mañana siguiente, la del 12 de agosto de 1503, el papa -al igual que su hijo César- se viera afectado por fuertes vómitos, fiebre, nauseas y escalofríos, así como una grave disentería. La causa de estos síntomas hay que buscarla en el último de los platos servidos en el banquete de la noche anterior: frutos en conserva, mermeladas y frutas escarchadas, que debió ser el seleccionado para envenenar al pontífice y a su hijo -aprovechando que era una de las escasas ocasiones en que ambos comían en la misma mesa-. Los síntomas se prolongaron hasta el mediodía del 18 de agosto, momento en el cual, tras haber confesado, fallecía Alejandro VI, rodeado de su corte, varios cardenales y numerosos prelados.

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