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HistoriaPolíticaBiografía

Abd el-Krim (1882-1963).

Político marroquí, líder del movimiento independentista contrario a la dominación franco-española sobre Marruecos, fundador y presidente de la efímera República del Rif (1921-1926). De verdadero nombre Abd el-Krim ben Muhammad el-Jatabí, nació en el año 1882, en Axdir-Aif-Yusef, localidad de la región del Tafersit (Marruecos), y murió el 7 de febrero del año 1963, en El Cairo (Egipto).

Rifeño de pura cepa, perteneciente a la tribu beréber de los Beni Urriaguel, Abd el-Krim era hijo de uno de los más prominentes cadíes de su tribu. Hasta la fecha de su levantamiento, estuvo durante muchos años al servicio de España, contando con la confianza absoluta de las autoridades españolas que por aquel entonces administraban parte del actual Marruecos en régimen de protectorado. Abd el-Krim cursó estudios superiores en Tetuán con preceptores españoles, para pasar posteriormente a la Universidad de Fez. Más tarde se trasladó a Melilla, donde trabajó como periodista en lengua árabe y como secretario indígena para la Oficina de Informaciones Políticas. En el año 1915, en plena Primera Guerra Mundial, Abd el-Krim fue encarcelado en la prisión de Rostrogordo, a instancias de las autoridades francesas, acusado de trabajar con el servicio de espionaje de Alemania. Después de varios intentos de fuga, Abd el-Krim fue puesto en libertad, tras 11 meses de cautiverio, retirándose entonces a su tribu. En el año 1917, regresó a Melilla, pero al negarse a colaborar con las autoridades españolas en la implantación del protectorado, dos años más tarde volvió a refugiarse con su tribu en el Rif. Cuando murió su padre, Abd el-Krim se convirtió en el líder natural de su pueblo y en uno de los cabecillas con más peso dentro del movimiento de resistencia contra la dominación extranjera.

A comienzos del año 1921, Abd el-Krim decidió ponerse a la cabeza de la lucha contra las potencias colonizadoras de España y Francia y también contra el sultán marroquí, al que acusó públicamente de ser demasiado complaciente con los extranjeros. Su sublevación dio lugar a una larga guerra señalada por la crueldad de Abd el-Krim para con los prisioneros y su desmedida ambición, que acabó por perderle. Tras conseguir el apoyo de la práctica totalidad de las cabilas rifeñas, las tropas de Abd el-Krim atacaron las posesiones francesas en el sur y las españolas en el norte, infligiendo a ambos ejércitos continuas derrotas. Fracasadas las conversaciones entre el líder rifeño y el general español Fernández Silvestre, este primero condujo a sus enfervorizadas tropas hasta las mismísimas puertas de Melilla. Su decisivo triunfo en la batalla de Annual, el 23 de julio del año 1921, le encumbró a lo más alto de su gloria militar y política, ganándose definitivamente la adhesión de todos los marroquíes y en especial de su ejército privado, el cual pasó a venerarle y a seguirle a ciegas. Aprovechando su buena estrella, ese mismo año Abd el-Krim anunció la creación de la República del Rif, a la que declaró independiente del reino de Marruecos.

Dado el cariz que habían tomado los acontecimientos, con Abd el-Krim como dueño y árbitro absoluto de todo el Rif, el Estado Mayor de Guerra español comenzó a preocuparse y a tomar cartas en el asunto, al mismo tiempo que buscaba con anhelo la colaboración francesa para atajar la crisis marroquí. Ésta vino cuando, en el mes de abril del año 1925, Abd el-Krim, que deseaba ampliar su campo de operaciones, reinició los ataques a las posiciones francesas al sur del país, actitud que provocó el lógico acercamiento de ambas potencias. La acción mancomunada franco-española culminó con el desembarco de Alhucemas, el 8 de septiembre del año 1925, donde unos 40 navíos al mando del mariscal Henri Philippe Pétain, por parte francesa, y del general Sanjurjo, por la española, consiguieron frenar los avances del líder rifeño y comenzar a cambiar el curso de la guerra. Abd el-Krim, bastante acorralado por la ofensiva conjunta franco-española, intentó negociar en la Conferencia de Uxda, en diciembre de ese mismo año; ofreció a ambos países un tratado de paz cuyas condiciones leoninas fueron rechazadas de plano tanto por Madrid como por París. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, Abd el-Krim aumentó sus crueldades con los prisioneros españoles y franceses, fusilando a todos los oficiales. La toma de la ciudad de Axdir, cuartel general de Abd el-Krim, por parte de las tropas del mariscal francés, precipitó la caída del líder rifeño. Cuando todo hacía prever que iba a ser capturado por los españoles, el 22 de mayo del año 1926 Abd el-Krim decidió entregarse a las autoridades francesas después de mandar asesinar a todos los prisioneros españoles.

De acuerdo con las conversaciones entre Francia y España, iniciadas el 14 de junio, Abd el-Krim fue condenado al destierro vigilado en la isla de Reunión, en el océano Índico, frente a Madagascar. En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, su hijo primogénito fue llevado a Alemania por una flota mandada por el almirante nazi Canaris. El proyecto político de Hitler para la zona más occidental del norte de África pasaba por resucitar la moribunda República del Rif, con fronteras de mayor alcance, sujeta a las directrices del III Reich y así contar con una excelente base de operaciones para controlar el sur de Europa y frenar el avance de los aliados, los cuales pretendían desembarcar un ingente número de tropas por varias zonas de la costa atlántica marroquí.

En el año 1947, Abd el-Krim fue autorizado unilateralmente por las autoridades francesas para trasladarse a la Costa Azul por motivos de salud. Pero, cuando el barco que le transportaba pasaba por Egipto, éste aprovechó un descuido para fugarse y pedir asilo al rey Faruk de Egipto, que se lo concedió gustosamente. Desde ese preciso momento y hasta su muerte, Abd el-Krim se convirtió en un huésped distinguido y en uno de los más destacados valedores de los movimientos independentistas que sacudieron a todo el norte de África tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, siempre desde posturas extremistas, actitud que le llevó en muchos momentos a enfrentarse duramente con el Gobierno de Marruecos.

Retirado de la política activa en el año 1952, seis años más tarde el rey alauita Muhammad V le nombró "héroe nacional" y le propuso la posibilidad de regresar a Marruecos con total libertad, ofrecimiento que declinó en varias ocasiones. Tras su muerte en El Cairo, en el año 1963, el nuevo rey alauita Hassán II permitió que sus restos reposaran en su región natal.

Bibliografía.

  • CAMBRA, Fernando de: Cuando Abd el-Krim quiso negociar con Franco, Barcelona, Caralt. 1981.

  • MORALES LEZCANO, Víctor: España y el norte de África: el protectorado en Marruecos (1912-1956). Madrid, UNED, 1984.

  • MORALES LEZCANO, Víctor: El colonialismo hispanofrancés en Marruecos (1898-1927). Madrid, Siglo XXI, 1976.

  • NOGUÉ, Joan y VILLANOVA, José Luis: España en Marruecos (1912-1956. Lérida, Milenio. 1999.

  • WOOLMAN, David Senter: Abd el-Krim y la guerra del Rif. Barcelona, Oikos-Tau, 1971.

Autor

  • Carlos Herráiz García